
Uf, que difícil es vivir en plenitud sin Víctor, sólo hay que recordar como sonreía.Hoy hemos ido al Solsonés, hemos hecho una rutilla por la Vall de Lord y hemos estado en un par de sitios donde te puedes sentar o tumbarte y admirar el paisaje dejándote llevar. En el Santuari de Lord

Últimamente cuando íbamos en coche Víctor cogía algún libro o revista para ojearlos porque no sabía leer. Me hacía mucha gracia girarme y observar lo que estaba haciendo, porque siempre estaba muy callado en el coche a no ser que no estuviera puesta su música. Casi siempre miraba un libro de viaje de frases hechas especializado en cocina francesa. En el portaobjetos de la puerta se quedó el libro solitario, sin que sus manitas lo volvieran a coger, allí lo hemos dejado. También hemos dejado en la bandeja de los asientos traseros una ramita que cogió el último día que fuimos a Montserrat, que día más especial, cuando pueda ya os contaré lo que nos pasó allí.
1 comentario:
Hola Antonio:
Son muchos los recuerdos que quedan en un coche, desde unos peluches en la ventanilla trasera, hasta una pegatina con su nombre de la ultima fiesta de cumpleaños pegada en la bandeja del asiento.
Su Taz de protector de cinturón.
Unas manchas de donnetes de chocolate en la tapicería, "pelotazos" que se cayeron de la bolsa y cada vez que frenabas salían por todas partes o zumo de manzana en la moqueta del suelo que nos sirvió de ambientador una temporada.
Anna era bastante callada pero era subirse en el coche y antes de poner la llave en el contacto se escuchaba desde el asiento trasero: Músicaaaaaaaaaaaaaaaa.
Santi
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