
Uf, que difícil es vivir en plenitud sin Víctor, sólo hay que recordar como sonreía.Hoy hemos ido al Solsonés, hemos hecho una rutilla por la Vall de Lord y hemos estado en un par de sitios donde te puedes sentar o tumbarte y admirar el paisaje dejándote llevar. En el Santuari de Lord
(Sant Llorenç de Morunys), es un santuario que está en lo alto de una roca, me he acordado intensamente de Víctor, el lugar está rodeado de pastos con pinos en hilera sobre un manto de hierba que parecía recién cortada. La luz del atardecer caía sobre nosotros con el canto de los pájaros. Era el lugar ideal para tener un contacto con Víctor. ¿Qué padre no desearía poder volver a contactar con su hijo fallecido?, yo lo estoy deseando cada día. Esther y yo tenemos la convicción de que un día se hará realidad nuestro sueño, y no me refiero a encontrarnos al final de nuestras vidas. En vida Víctor ya nos dio señales de que era un niño especial para su edad, muy espiritual. Poco a poco vas atando cabos y piensas que en realidad ya estaba todo preparado para que ocurriera así. Pero para un padre es imposible resignarse a ello. Lo mejor de tu vida se ha ido, para no volver, y eso es lo más difícil de tragar.Últimamente cuando íbamos en coche Víctor cogía algún libro o revista para ojearlos porque no sabía leer. Me hacía mucha gracia girarme y observar lo que estaba haciendo, porque siempre estaba muy callado en el coche a no ser que no estuviera puesta su música. Casi siempre miraba un libro de viaje de frases hechas especializado en cocina francesa. En el portaobjetos de la puerta se quedó el libro solitario, sin que sus manitas lo volvieran a coger, allí lo hemos dejado. También hemos dejado en la bandeja de los asientos traseros una ramita que cogió el último día que fuimos a Montserrat, que día más especial, cuando pueda ya os contaré lo que nos pasó allí.
1 comentario:
Hola Antonio:
Son muchos los recuerdos que quedan en un coche, desde unos peluches en la ventanilla trasera, hasta una pegatina con su nombre de la ultima fiesta de cumpleaños pegada en la bandeja del asiento.
Su Taz de protector de cinturón.
Unas manchas de donnetes de chocolate en la tapicería, "pelotazos" que se cayeron de la bolsa y cada vez que frenabas salían por todas partes o zumo de manzana en la moqueta del suelo que nos sirvió de ambientador una temporada.
Anna era bastante callada pero era subirse en el coche y antes de poner la llave en el contacto se escuchaba desde el asiento trasero: Músicaaaaaaaaaaaaaaaa.
Santi
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