Diego está siendo el artífice de las risas y de los buenos momentos. Es el primer regalo de Víctor, así lo veo yo. Desde agosto ha empezado a decir varias palabras seguidas y es divertido escuchar como habla. Cada noche cuando le acompaño a la cama nos damos unos cuantos abrazos, los hay pequeños y grandes.
Diego crece y más desde el 6 de septiembre cuando nació Mario, parece un gigantón al lado del bebé pequeño.
Al crecer se acerca a la edad de Víctor y se aleja de la marcha de él. La angustia en cualquier momento reaparece, con miedo a mirar al futuro, a decir ostras hace ya 10 años, 15 años que Víctor nos dejó, buf, se ponen los pelos de punta y te das cuenta que siempre serás un huérfano de hijo, de un hijo que sin dudar volveríamos a tener.